top of page
Search

El peso de nuestras decisiones

Mientras se acerca el fin de año, vamos pasando balanza de las cosas que las cosas que no hicimos, en fin, de las vidas que dejamos de vivir, ya sea con o sin pandemia. Y del mismo modo empezamos a desear, y trazamos planes en medio de la incertidumbre, plasmamos nuestras metas a cumplir en el año siguiente. Y así mismo, nos sentimos continuamente vulnerables y muchas veces inseguros con nuestras decisiones mientras se mueve el piso bajo nuestros pies.


Junto a la incertidumbre que nos plantea una pandemia, también lidiamos con la indecisión sobre las cosas que verdaderamente queremos y cómo estas se adaptan a lo que en algún futuro cercano, queremos ser. Cargamos el peso de cuestionar continuamente, si las decisiones que estamos tomando son las correctas pensando en esas proyecciones. Quizá la mejor representación de estos conflictos internos la encontramos en La Insoportable Levedad del Ser, la obra más reconocida del autor checo Milan Kundera. En sus páginas, se encuentra la siguiente observación sobre este tema:

El hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. No existe posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. ¿Pero qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma?

Con La Insoportable Levedad del Ser, Kundera expone situaciones de la vida cotidiana a través de cuatro personajes, presentando sus continuas dudas existenciales y en el camino invitándonos a reflexionar sobre distintos aspectos de la vida, el peso de nuestras decisiones, y el proceso en el que tomamos las mismas. Durante sus múltiples historias, el paralelismo entre vivir livianos, o con el peso de la vida sobre nuestros hombros, se traduce a la importancia que damos a las cosas y nuestra libertad. Mientras más importancia damos a las cosas, desde las más triviales a las más trascendentales, más pesados nos sentimos. Y si bien podemos vernos inclinados a elegir entre ambos ejes, Kundera nos deja esta pequeña reflexión al respecto:

“La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será”.

En esta búsqueda constante de plenitud, nuestras decisiones toman un rol protagónico. Y si hay algo que Kundera logra a la perfección, quizá más en este libro que en ningún otro de los que ha escrito, es detallar la psiquis y el proceso de decisiones de cada uno de estos personajes. A lo largo de la narrativa, esto trae una temática también reiterativa en la obra de Kundera, nuestro sentido de la identidad y cómo continuamente la cuestionamos según los distintos escenarios ante los que nos expone la vida.

Dentro de esta temática, y acompañando las decisiones de estos personajes, identificamos una realidad muy trascendental sobre nuestra toma de decisiones. Y es que muchas veces el factor predominante sobre las mismas, es el sentido de identidad que tenemos sobre nosotros mismos. Nuestro marco referencial para decidir las cosas se basa en quién creemos que somos. Y en esto, Kundera también ha escrito material sumamente interesante para analizar qué factores son los que nos hacen sentir como entes, empezando por el reconocimiento externo:

“Todos necesitamos que alguien nos mire. Sería posible dividirnos en cuatro categorías, según el tipo de mirada bajo la cual queremos vivir:
La primera categoría anhela la mirada de una cantidad infinita de ojos anónimos, o dicho de otro modo, la mirada del público.
La segunda categoría la forman los que necesitan para vivir la mirada de muchos ojos conocidos. Estos son los incansables organizadores de cócteles y cenas. Son más felices que las personas de la primera categoría quienes, cuando pierden a su público, tienen la sensación de que en el salón de su vida se ha apagado la luz. A casi todos ellos les sucede esto alguna vez. En cambio, las personas de la segunda categoría siempre consiguen alguna de esas miradas.
Luego está la tercera categoría, los que necesitan de la mirada de la persona amada. Su situación es igual de peligrosa que la de los de la primera categoría. Alguna vez se cerrarán los ojos de la persona amada y en el salón se hará la oscuridad.
Y hay también una cuarta categoría, la más preciada, la de quienes viven bajo la mirada imaginaria de personas ausentes. Son los soñadores.”

Probablemente al leer esto, cada uno tenga claro en qué categoría del espectro cae. Y muchas veces tomamos decisiones pensando en esas miradas que consideramos tan necesarias para nuestro existir. En La Insoportable Levedad del Ser, estas miradas son el motor principal de los personajes y sus cursos de acción. El peso de sus vidas se define por esas miradas que necesitan para sentir la plenitud tan buscada, y creo, que nuestro caso no es tan distinto.


Vivimos nuestras vidas buscando cómo continuamente crecer dentro de nuestros círculos sociales. Con las redes sociales, creamos una nueva dimensión para estas miradas, ya sea anónimas o conocidas, a las cuales proyectarnos. Y por igual tenemos múltiples canales no solo para informar nuestras decisiones, sino para comunicarlas. ¿Pero realmente, son las miradas que nos acompañarán a dónde queremos llegar? ¿Nos impulsan a tomar decisiones que nos acercan a lo que queremos ser?

Aprovechemos la época para hacer una pequeña introspección, y analizar el origen de nuestra toma de decisiones. ¿Nos guía la levedad de las cosas, o su peso por cada situación ser única en nuestra existencia? ¿Son muchos los ojos que buscamos, o solo el par de una persona amada? Estas respuestas quizá no nos ayuden a saber exactamente qué queremos, pero al menos sí nos dejan claro el porqué de nuestro existir. Y esto quizá sea lo más importante, pues teniendo una sola vida, tal como dice Kundera, nos lanzamos a todo a la primera y sin preparación.

 
 
 

Comments


bottom of page