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El sentido de la risa

¿Qué tantas veces te ha pasado que con una leve risa, ante un chiste, un video, o la anécdota de algún amigo, sientes que se levanta cualquier pesadez que tengas en el día? Ante cualquier adversidad, o sencillamente la monotonía, reírnos un poco nos ayuda inmediatamente a recargar fuerzas y sentirnos mejor.


Está demostrado clínicamente que la risa tiene numerosas ventajas sobre el organismo. Disminuye el insomnio, previene los infartos, reduce la presión arterial, facilita la digestión y refuerza el sistema inmunológico. También ayuda a gestionar el dolor, pues tiene un efecto analgésico al liberar endorfinas. Contribuye a la eterna juventud, tonificando nuestros músculos faciales y rejuveneciendo la piel. En fin, fisiológicamente, son más los beneficios de reírse que de no reírse. Costaría creer que tras enumerar tantas bondades, mientras nos pasan los años, muchos empezamos a reír menos.


Pero hablando de lo bueno que es reír, ¿alguna vez te has preguntado qué es la risa? Ese algo tan presente en nuestros momentos cotidianos y tan valioso para nuestro diario vivir. Buscando una posible respuesta, consulté a alguien cuya profesión es generar risas en la gente: el comediante Carlos Sánchez. A raíz de su ayuda y sus anécdotas, esta reflexión es la primera de una serie dedicada exclusivamente a entender qué son la risa y el humor, y el rol que les atribuimos en nuestro bienestar.

Después de conversar con Carlos, varias lecturas y mucha investigación, si algo me quedó claro, es que hay definiciones que dependen de a quién se pregunten para tener una respuesta. Y la risa es una de ellas. Para algunos, quizá los más literales, la risa es una reacción fisiológica, una respuesta que genera nuestro cuerpo cuando una tensión que es aliviada. Dirían que es un movimiento. Para otros, es un mecanismo de supervivencia. Se ha escrito que es una herramienta del alma para ser más resilientes, pero de esto hablaremos más adelante. También hay quienes ven en la risa una forma de comunicación, una herramienta para generar eso que tanto buscamos los seres humanos: conexión.

A nivel fisiológico, reírnos nos ayuda a descargar la energía causada por diferentes aspectos, la mayoría emocionales. Al reírnos coordinamos varios movimientos faciales y vocales, y simultáneamente emitimos sonidos que son los que conocemos como “risa” o “carcajada”, aunque reír es el conjunto de todas las acciones a la vez. Nuestros sistemas respiratorio y cardíaco trabajan en coordinación para generar una reacción que nos permite exteriorizar nuestras emociones reducir la tensión que éstas generan en nuestro cuerpo, ya sean positivas o negativas.

Por otro lado, están aquellos que plantean que la risa es un motor para superar los obstáculos y atravesar los retos que se nos presentan. Es esa alcancía de motivación que a veces nos hace falta cuando no tenemos un propósito claro, o cuando la incertidumbre se adueña de nosotros. Considerando que la risa funciona como un analgésico al provocar una liberación de endorfinas, también es una definición válida. Y es una percepción de la risa reconocida desde los tiempos antiguos. En China por ejemplo, hace más de cuatro mil años, el Imperio contaba con templos donde las personas iban expresamente a reírse, buscando mejorar su salud o superar alguna adversidad. Algunas culturas tribales contaban con hechiceros que aplicaban terapias de risa para curar a sus guerreros luego de extenuantes enfrentamientos.


Ahora hablemos de ese tratamiento de la risa como una forma de comunicarnos, un instrumento de conexión. ¿Te ha pasado que en algún momento te ríes de la risa de otra persona, y no de un chiste per se? Al igual que muchas de las emociones que somos capaces de manifestar, la risa tiene el atributo de ser contagiosa. La acción de reír es una forma de manifestar la afinidad con otros en ese momento que están viviendo. Facilita la interacción social y sintoniza nuestro estado emocional con los demás. Quizá por esto perseguimos con insistencia vivir momentos que nos causen la emoción para reír, con el alivio y felicidad que éstos conllevan.


Reír, aunque no nos demos cuenta, es una manera de expresar nuestra cercanía por las personas. Somos mucho más abiertos a reírnos de las cosas con nuestras personas más cercanas, quienes comparten nuestras altas y bajas, que con personas extrañas. Cuando hablábamos del caso Carlos mencionó una anécdota muy particular, que les dejo a continuación, sobre la amistad entre Robin Williams y Christopher Reeve, y el accidente que este último sufrió en 1995 que le ocasionó una tetraplegia por el resto de su vida.

Todo esto apunta a que en nuestras rutinas, persigamos con insistencia vivir momentos que nos causen la emoción para reír. Si calculamos lo que nos cuesta cada risa por todo lo que nos deja, sale más que rentable. Y si aprendemos a ver en las cosas triviales motivos para reír, tal como lo hacemos con nuestras amistades y nuestros momentos de celebración, estamos asegurando una mejor calidad de vida y una mente más tranquila. Digamos que eso se convierte en una señal de madurez. Pero de eso veremos más la semana que viene…

 
 
 

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