¿En qué consiste confiar?
- Si lo Hubiera Pensado Blog
- Sep 11, 2022
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Cuando las cosas no están bien, nos sentimos incómodos en un ambiente, o nos sentimos aislados entre un grupo de gente, nos referimos a la ‘falta de confianza’ como la causa o el principal problema. Confianza es una palabra que se repite continuamente en muchas conversaciones, dinámicas y entornos. Hablamos de la ésta como si fuera una varita mágica para resolver las cosas. ¿Realmente qué es la confianza que puede abarcar tantas cosas, y sobre todo resolverlas?
Si buscas la palabra confianza en el diccionario, la Real Academia de la Lengua Española presenta siete definiciones distintas:
1. f. Esperanza firme que se tiene de alguien o algo.
2. f. Seguridad que alguien tiene en sí mismo.
3. f. Presunción y vana opinión de sí mismo.
4. f. Ánimo, aliento, vigor para obrar.
5. f. familiaridad (‖ llaneza en el trato).
6. f. Familiaridad o libertad excesiva. U. m. en pl.
7. f. desus. Pacto o convenio hecho oculta y reservadamente entre dos o más personas, particularmente si son tratantes o del comercio.
Y cuando pienso en el papel que juega la confianza en nuestras vidas, siento que ninguna de estas definiciones ilustra el verdadero papel que ésta tiene en nuestras relaciones y en cómo interactuamos con los demás Realmente me quedé igualita. Así que empecé a buscar posibles explicaciones en fuentes menos técnicas u oficiales. Y así encontré la propuesta de Frances Frei, una definición de la confianza super llana y sobre todo, aplicable a la vida real.
Frances Frei es profesora en la Escuela de Negocios de Harvard y se especializa en cómo las empresas pueden crear entornos de confianza. Ha trabajado junto a grandes compañías como Uber para mejorar sus entornos de confianza y percepción hacia el público. Frei desglosa el concepto de ‘confianza’ basándola en el balance de tres atributos que en nuestro diario vivir manifestamos como personas:
Nuestra autenticidad, esa capacidad de ser nosotros mismos sin importar el entorno donde estemos.
La lógica, que demuestra nuestra afinidad con la realidad y capacidad de interpretar los hechos.
La empatía, con la que logramos conexiones verdaderas con las personas que nos rodean.
Esta propuesta implica que cuando equilibramos estos tres atributos, somos personas, organizaciones, marcas que generan confianza. Lo que más me gusta de esta definición es que es sumamente clara y accionable. Nos permite reconocer carencias que afecten nuestra capacidad de generar confianza en los demás.
Ernest Hemingway decía que “la mejor forma de averiguar si puedes confiar en alguien es confiar en él.” Tiene mucha razón, sí. Pero la provocación que trae Frei es poner el foco de la acción ‘confiar’ en nosotros mismos y no en el otro. Y me parece mucho más válida puesto que pone la responsabilidad de construir la confianza en las cosas que sí podemos controlar, y no en terceros.
Me explico. Usualmente cuando hablamos de problemas de confianza, depositamos la responsabilidad en el otro. Frases como “tal persona no confía en mí”, “es que tiene problemas para confiar en los demás” concurrentemente explican la falta de comunicación o roces en nuestras dinámicas con los demás. La propuesta de hoy es cambiar la pregunta a una más apropiada. Debería ser, ¿estoy proyectando todo lo necesario para generar confianza en los demás?
Mantener en balance nuestra autenticidad, nuestra lógica y empatía es mucho más difícil de lo que parece. Muchas veces sacrificamos ser auténticos con tal de encajar en el molde social y lograr la aceptación en un círculo específico. Este desequilibrio es el más peligroso de todos, pues implica traicionar nuestra esencia, lo que somos como individuos.
El segundo desequilibrio más común, sobre todo en nuestras aceleradas rutinas, es el de la empatía. Estamos tan ocupados siempre que no prestamos suficiente atención a los demás para garantizar ningún tipo de conexión en nuestras interacciones. El afán de estar presentes en todo nos hace estar ausentes en lo más importante, atender y escuchar de forma activa a quien tenemos al frente.
El primer paso para aplicar esta nueva premisa es abandonar nuestras suposiciones sobre la confianza y enfocarnos en nosotros y nuestras acciones. ¿Quiénes somos? ¿Cuáles son nuestros valores? ¿Acaso mis comportamientos reflejan lo que considero como mi verdad? Y una vez tengamos claro eso que somos o queremos llegar a ser, observar cómo interactuamos con los demás. ¿Entrego mi tiempo y atención desinteresadamente? ¿Soy genuino en mis interacciones o no despego mis ojos de una pantalla? Encontraremos en nuestros patrones, pequeños cambios que nos convertirán en personas más confiables para los demás.
Hemos hablado anteriormente de la importancia de la buena compañía. Y qué bueno debe ser encontrar buenas amistades cuando nuestra capacidad de conexión mejora y quienes nos rodean confían y verdaderamente creen en nosotros. Al final todos necesitamos esa fe colectiva como impulso para seguir siendo mejores. A partir de hoy, veámonos a nosotros mismos con otros ojos, con tal de siempre proyectar quienes verdaderamente somos, entregando nuestra energía y atención al cien por ciento.
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