Para enfrentar la adversidad - cortesía de Victor Frankl
- Si lo Hubiera Pensado Blog
- Sep 11, 2022
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A sus cincuenta y cinco años de edad, Jorge Luis Borges perdió la vista en su totalidad. Desde entonces, continuó escribiendo a ciegas hasta su muerte en 1986 a sus ochenta y seis años. Treinta años a ciegas, luego de toda una vida acostumbrado a ver. Durante una entrevista, al comentar sobre la incidencia de su ceguera en su obra, Borges dijo lo siguiente:
“Todo lo que nos ocurre, incluso las humillaciones, las desventuras, los bochornos, todo nos es dado como material, o como arcilla, para que modelemos nuestro arte.”
Creo que todos, en nuestra escala individual, hemos tenido nuestra propia ceguera con la cual vivir, y hemos tenido que aprender a asimilar las experiencias que nos entrega la vida. Borges, en su momento, hizo esta apreciación desde su punto de vista de escritor y creador de ficciones. Pero mientras Borges asimilaba su adversidad y la utilizaba para dar forma a uno de los movimientos literarios de mayor identidad para la cultura latinoamericana, al otro lado del mundo, en Europa, el doctor Viktor Frankl vivía, y posteriormente analizaba, humillaciones que superaran aun en el presente cualquier obra de ficción.
Estamos en un momento en el que todos estamos cargando nuestra propia cruz personal, y para muchos ésta se siente más pesada que nunca. El trabajo de Frankl se convierte en uno de esos mantras para dimensionar nuestro agobio. El psiquiatra austríaco, conocido entre los especialistas del campo como el creador de la logoterapia, alcanzó reconocimiento mundial por su obra El Hombre en Busca de Sentido, en la que narra y analiza desde el punto de vista psicológico su experiencia en los campos de concentración de Europa Central durante el Holocausto.
El Hombre en Busca de Sentido es un análisis objetivo de una adversidad que empuja los límites de la resiliencia humana. Y también es la muestra que ante la peor de las circunstancias y bajo las más paupérrimas condiciones, la humanidad siempre es capaz de preservarse si existen las herramientas correctas. Frankl, a lo largo de su introspección, presenta múltiples conclusiones que resuenan con los retos y las incertidumbres que estamos atravesando como sociedad. A continuación, en ningún orden particular, dejo cinco observaciones sumamente relevantes para aplicar en nuestro día a día:
Todos existimos en el universo con un rol y propósito determinado, que si bien no se manifiesta de repente, está presente en nuestra rutina y cotidianidad.
La principal lección de El hombre en busca de sentido, y de la logoterapia como rama de la psicología, es encontrar el sentido que nos fue dado en esta vida. Para Frankl:
"vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a las cuestiones que la vida plantea, cumpliendo la obligación que nos asigna.”
Por eso somos capaces de asumir y trascender sobre nuestras circunstancias siempre que tengamos claro nuestro propósito. Todos necesitamos ese norte, esa meta que nos hace compensar los obstáculos y que es la principal motivación para accionar. Este propósito puede tener manifestaciones distintas y variaciones en las diferentes etapas de nuestra vida, pero para vivir a plenitud, necesitamos sentir una clara orientación hacia el mismo.
Podemos ser despojados de todo, menos de nuestra propia existencia y de nuestra conciencia.
Vivimos aferrados continuamente a todo. ¡A absolutamente todo! Desde las cosas materiales, hasta nuestra rutina, relaciones, el trabajo… y aunque con los meses de pandemia hemos descubierto que podríamos vivir con menos, todavía vivimos con apego. En 1940, con la llegada a los campos de concentración, cada prisionero era obligado a entregar todos sus bienes materiales, no solo las cosas de valor, hasta papeles o manuscritos, despidiendo por lo tanto toda conexión física con su vida anterior.
Y sin embargo, Frankl recuenta que a pesar de haber “perdido todo”, su esencia y sus memorias nunca le abandonaron. Al contrario, fueron un motor de vida y fuente de energía en momentos de desesperación. Imaginar conferencias médicas y reescribir el manuscrito del libro que resumía el trabajo de su vida fueron el instrumento principal para Frankl sobrellevar enfermedades como el tifus y la desnutrición, sumadas a las condiciones extremas en los campos de concentración. En sus palabras:”ningún poder de la tierra podrá arrancarte lo que has vivido.”
Lo más fundamental que tenemos es nuestra libertad. Somos dueños de nuestras propias desiciones, en especial de la elección de nuestra actitud.
Nunca estamos acorralados, por más que lo parezca. Podría decirse que estar interno en un campo de concentración es la situación máxima en la que quedamos despojados de cualquier oportunidad de elección que tiene un ser humano. Ser un prisionero es, en definición, estar privado de la libertad.
Y aún así Frankl demuestra con su experiencia y la de otros compañeros, que existe una libertad interior que trasciende cualquier prisión física o acorralamiento, pues:
“Cada hombre, incluso en condiciones trágicas, puede decidir quién quiere ser —espiritual y mentalmente— y conservar su dignidad humana.”
Somos los únicos dueños de nuestra actitud, de cómo vamos a reaccionar o asimilar las circunstancias que están fuera de nuestro control. Es esta libertad interior la que nos permite trascender ante cualquier adversidad, y la que nos permite mostrar nuestra verdadero potencial como seres humanos.
Debemos nutrir nuestra vida espiritual, pues es nuestro instrumento principal para enfrentar las adversidades.
La espiritualidad es la conciencia que no se manifiesta a nivel material, y que Frankl evidenció numerosas veces en los campos de concentración cuando sus compañeros prisioneros lograron abstraerse de sus circunstancias físicas y prevalecer debido a la fortaleza de su espíritu. Al analizar los posibles factores de supervivencia de los campos, recuenta:
"Las personas de mayor sensibilidad, acostumbradas a una activa vida intelectual, posiblemente sufrieran muchísimo (a menudo su constitución era frágil); sin embargo, el daño infligido a su ser íntimo fue menor, pues eran capaces de abstraerse del terrible entorno y adentrarse, a través de su espíritu, en un mundo interior más rico y dotado de paz espiritual.”
Existen muchas formas de enriquecer nuestra espiritualidad, y sobre todo de integrarla a nuestra rutina diaria. Es fácil deducir que por vida espiritual esto se refiere a la fe, a apegarse a una religión determinada, Pero no es así. La religión puede ser un nexo, pero no es el único camino. Actividades como la meditación y la lectura, que buscan estimular el intelecto y la curiosidad, también contribuyen a enriquecer nuestro espíritu.
El sufrimiento es crucial para nuestro crecimiento humano, siempre que sepamos interpretarlo.
Si hay algo extremadamente sobresaliente en Frankl, más allá de su supervivencia a una de las peores masacres del siglo XX, es que no guarda ningún tipo de resentimiento hacia su experiencia vivida. Al contrario, el austríaco resume esta experiencia como un aporte en su vida, pues para él "todos los aspectos de la vida son significativos; también el sufrimiento."
Nadie quiere sufrir. Pero la simetría de las cosas obliga a que al igual que tenemos momentos llenos de felicidad, también tengamos momentos difíciles. Entonces, sabiendo que el sufrimiento es un mal necesario, por qué nos resistimos tanto? Frankl observó mucho el comportamiento de sus compañeros, y al comparar a aquellos que resistieron las condiciones con los que perecieron resaltaba su actitud como principal diferencia. Así concluyó que:
"El valor no reside en el sufrimiento en sí, sino en la actitud frente a él, en la capacidad de soportarlo.”
Frankl vio su sufrimiento como una oportunidad de crecimiento, una oportunidad de ser mejores. Una de las mayores hazañas que podemos lograr como seres humanos es asimilar nuestro sufrimiento y dimensionarlo, para así darle una razón de ser. Y lo curioso es que, una vez vemos un por qué a este dolor, dejamos de verlo como una experiencia aislada y lo vemos como un obstáculo, como parte de nuestro destino. Se hace más pequeño y más llevadero, hasta que un día, es una anécdota y parte de nuestro ser.
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