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Reírnos para ser vulnerables

El primer episodio de Seinfeld dejó a todos los ejecutivos del canal con una profunda sensación de fracaso. Las críticas y grupos focales iniciales arrojaban que era ‘demasiado judía’ y básica. Sus personajes principales en muchas ocasiones se portaban de forma despreciable. La narrativa no tenía ninguna historia particular, solo reflejaba cosas cotidianas. ¿Qué hizo que Seinfeld se convirtiera en el ícono cultural que es hoy en día?


Los factores son varios, pero en el que quiero enfatizar se encuentra en los personajes. Ninguno era virtuoso, ni atractivo, ni tenía ‘éxito’, a diferencia de las historias que se contaban en televisión entonces. Hoy en día vemos episodios y nos morimos de vergüenza ajena por sus ocurrencias. Sin embargo, cada uno de ellos abrazaba sus defectos como parte de su esencia, sin ocultar nada a nadie. Con Seinfeld, la televisión pasó a reflejar a través de estos personajes que la experiencia humana puede ser en muchas ocasiones, miserable y monótona. Sobre todo, que está bien que así sea a veces. Y con eso, el público conectó de forma instantánea.


En la comedia, la experiencia personal y la vulnerabilidad son un instrumento clave para generar la conexión con el público tan necesaria para garantizar el disfrute. Muchas de las tensiones y situaciones reflejadas en los chistes, ya sea de un stand up show, una película, o un programa televisivo, provienen aunque sea sutilmente de vivencias cotidianas.


Esto nos lleva al tema de esta semana y a la última reflexión de nuestra serie junto a Carlos Sánchez sobre el humor en nuestras vidas: ser vulnerables con un poco de risa.


Siempre que escuchaba a Carlos en el escenario contar chistes que parecían ser bastante anecdóticos, me preguntaba ¿qué tanto de esto es real? Naturalmente, entre mis primeras preguntas, estaba entender cuánto de su contenido es realmente de su vida. Me sorprendió que su respuesta fuera más de un ochenta por ciento, con la salvedad de que siempre exagera estos sucesos a la hora de aplicarlos a su comedia.


Es un hecho que escuchar situaciones o cosas que se asemejen a nuestras vivencias captura nuestra atención. Y si bien encontramos intereses compartidos en lo cotidiano como plantea Carlos, las conexiones que verdaderamente trascienden se dan a raíz de temas que están más ocultos en nuestra rutina. Se dan cuando estamos dispuestos a ser vulnerables. ¿Han escuchado hablar de Richard Pryor?


Richard Pryor es uno de los comediantes más destacados del entretenimiento en Estados Unidos y el stand up comedy. Su mayor legado fue incorporar a su comedia los temas tabú que nadie se atrevía a hablar en voz alta en su tiempo: su raza, su relación con las drogas, su crianza (su madre era prostituta y lo crió en el burdel en el que trabajaba). Pryor logró con sus rutinas que muchas conversaciones dejaran de estar vetadas en la sociedad. Es muestra de que contar la historia de uno mismo en todos sus colores es el mejor gesto creativo.


El propósito de todo comediante y de cualquier artista, mejor dicho, de todo ser humano, es construir vínculos con los demás. Ser vulnerables es el primer paso para generar conexiones auténticas.


¿Qué significa ser vulnerable? Es abrazar la incertidumbre y exponer nuestras emociones. Significa abandonar todo lo que sea perfeccionismo y orgullo, despojarnos ante la gente de nuestra coraza y vivir nuestras inseguridades, obstáculos y defectos de forma compartida. Brené Brown, profesora e investigadora de la Universidad de Houston, cuenta sobre su experiencia analizando la vulnerabilidad de las personas en este TED Talk, uno de los diez más vistos de todo el mundo (¿por qué será?).


Ser vulnerables puede parecer extraño y fuera de contexto para muchos de nosotros. Estamos acostumbrados a los feeds hermosos de Instagram, a las carreras profesionales perfectas, a vivir el “trabajo de nuestros sueños”, y por lo tanto, a no reconocer que las cosas no siempre están bien. No es fácil exponernos más, pero vale la pena.


Hace muchos años encontré justo en el sentido del humor, una herramienta para explorar mi vulnerabilidad. Escuché de alguien en algún momento que todo es más fácil si aprendes a reírte de tí mismo. La semana pasada vimos cómo podemos ser más resilientes y enfrentar nuestros problemas a través de nuestro sentido del humor. Efectivamente, los grandes problemas de repente no son tan grandes cuando aprendemos a reírnos con ellos.

Con esta madurez adquirida y con la capacidad de reír cuando las cosas no salen siempre bien, es más fácil compartir los problemas y las cargas. Dígase, nos volvemos más abiertos y más vulnerables. Y se siente bien. Es un alivio saber que en muchas de las cosas que nos desconciertan, no estamos solos. Pero eso solo podemos descubrirlo cuando apostamos por ser más transparentes y nos atrevemos a vivir nuestras emociones tal como son.


Una vida sin estar siempre a la defensiva es sinónimo de tener más energía para explorar otras cosas. Significa mantener una curiosidad constante por lo que los demás puedan aportarnos. Nos permite tener más y mejores conexiones con la gente. Y esto implica más y mejores momentos de disfrute.


Existe evidencia de sobra de que tener conexiones auténticas nos da una mejor calidad de vida. Abrazando nuestra vulnerabilidad, nuestras relaciones con amigos y seres queridos se vuelven más auténticas y mucho mejores. Y qué bueno saber que explorar nuestra vulnerabilidad es posible, con un poco de risa y sentido del humor.


Para cerrar, les dejo con Carlos recordando uno de sus shows favoritos y del cual más orgulloso se siente. ¿Qué salió tan bien? Una pequeña pista: conectó.




 
 
 

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