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Ser más fuertes con un poco de humor

En 1995 Christopher Reeve, conocido por todos como Superman, quedó tetraplégico al caerse de un caballo. Tenía 42 años. En el hospital, mientras estaba postrado en su cama, su mejor amigo Robin Williams se hizo pasar por médico para presentarle un show de comedia personalizado. Más adelante al recordar ese momento, Reeve diría lo siguiente:

Lo supe entonces: si puedo volver a reír, puedo volver a vivir.

Muchas veces ante el momento más desesperado y oscuro, un pequeño momento como éste hace la diferencia. Pero, ¿qué tiene el humor para hacernos sentir que todo estará mejor? Y lo más importante, ¿es algo a lo que todos podemos recurrir cuando haga falta?

Victor Frankl, en "El hombre en busca de sentido" escribió:

"El humor es otra de las armas del alma en su lucha por la supervivencia. Es sabido que el humor, más que cualquier otra cosa en la existencia humana, proporciona el distanciamiento necesario para sobreponerse a cualquier situación, aunque sea un instante."

Frankl analizaba su experiencia en los campos de concentración durante el Holocausto. Que una persona en esta circunstancia, reconozca al sentido del humor como una de sus salvaciones para soportar tanta agonía dice mucho. Por eso en esta segunda entrega dedicada a la risa y el humor, profundizamos junto a Carlos Sánchez sobre cómo nuestro sentido del humor se vuelve un instrumento fundamental a la hora de superar nuestras adversidades.


Primero recapitulemos un poco. Está claro que la risa nos sirve tanto a nivel fisiológico como emocional, como una válvula de escape. Ahora viene el segundo plano, ¿cómo aprendemos a convertir nuestra risa en una actitud? ¿En qué me aporta desarrollar un sentido del humor?

La etimología del “humor” como palabra nos da indicios de su principal atributo: su fluidez. La palabra ‘humor’ en latín significa líquido. En la Antigua Grecia, la medicina planteaba que el cuerpo estaba compuesto de cuatro ‘humores’, líquidos relacionados a los cuatro elementos: sangre (aire), bilis amarilla (fuego), bilis negra (tierra) y flema (agua). Cuando los cuatro líquidos estaban en balance, se entendía que la gente estaba de “buen humor”.

Hoy en día el sentido del humor es ante todo una actitud, pero una que nos permite ser mucho más adaptativos y llevaderos ante las situaciones que se nos presentan. Todos tenemos un sentido del humor. Todos somos capaces de encontrar detonantes para reír y aligerar nuestro contexto. Solo que se basa profundamente en nuestra experiencia y conocimiento personal, haciendo que cada uno tenga una manifestación del humor única.

Cada vez que hablábamos de reírse, de humor, de cómo hacer a las personas reír, Carlos me hacía hincapié en tres elementos, que hoy toman una nueva dimensión considerando que estamos hablando de obstáculos. El primero es el concepto de la falta benigna, algo que sale profundamente mal, pero que evidencia una recuperación que nos hace sentirnos menos tensos al presenciarla. Qué es una falta benigna y qué no lo es es algo completamente subjetivo. Tiene mucho que ver con las creencias, la cultura y los parámetros de educación y exposición que una persona recibe.


El siguiente punto es que el humor es en esencia negativo. Las cosas van de bien a mal, o de mal a peor. De acuerdo a algunos teóricos, la comedia es igual a tragedia más tiempo. Las cosas que siempre salen bien no presentan ningún tipo de tensión, y en consecuencia ningún alivio posterior con el cual que logremos conectar. Y en esto el sentido del humor juega un rol como lo pensaban los romanos y griegos: básicamente lo que logra el humor en ese caso es que todas esas cosas negativas se rompan y fluyan, comentó Carlos.


Lo que nos trae de vuelta a Christopher Reeve y a Victor Frankl.. ambos en situaciones desconsoladoras. Y aún así, a través del sentido del humor, encontraron fuerzas y recordaron que hay un sentido de propósito más fuerte que lo que estaban viviendo. Viendo ambos casos, ¿podríamos decir que el sentido del humor ayuda a construir perspectiva? Creo que podríamos concluir que sí. Para Reeve el inicio de su recuperación fue volver a reír, lo que le sirvió para reconocer que su situación era un obstáculo, no el final. Siempre hay posibilidades y escenarios peores. El humor nos ayuda a reconocer esto. Y nos consuela al recordarnos que sin importar lo mal que estén las cosas, algo mejor llegará después.


El tercer atributo que es importante tener en cuenta del humor es la exageración. Muchas veces exageramos la tensión que describe para provocar una mayor sensación de alivio cuando se entrega el desenlace. Esto resulta en hacer un chiste mucho más gracioso. Y cuando vamos de ‘Guatemala a Guatapeor’ con el sentido de la imaginación correcto, ese peor puede ser mucho más grave de lo que nosotros visualizamos… lo que nos recuerda que nuestros problemas pueden ser resueltos, y que siempre pudieran ser peor de lo que son.


Como dominicanos, el sentido del humor se ha vuelto un eje de nuestra identidad, y quizá nuestro principal instrumento para reconocer nuestras tragedias cotidianas. Vivimos en un país con pobreza, falta de servicios fundamentales y mucha desigualdad. A diario se presentan tensiones que evidencias estas cosas negativas, elementos que se han convertido en la base de nuestro humor. Junto a nuestra calidez y alegría, nuestra comedia, sin importar su formato, admite las cosas que pasan a nuestro alrededor e inclusive, no ha ayudado por décadas a interpretar las cosas que suceden.


La mayor moraleja de esta semana es hacer el ejercicio de afrontar nuestros problemas con un poco de humor. Sí, probablemente no sentamos que sea un momento divertido, pero una vez seamos capaces de apropiarnos de nuestra historia y encontrar algo gracioso en los obstáculos, ya las adversidades se hacen más ligeras. Con el tiempo, aprenderemos a reírnos de nuestros problemas y de nosotros mismos. Aceptaremos nuestras tragedias y defectos. Y a eso, quizá, podríamos llamarles madurez. Pero hablaremos más de eso la semana que viene.

 
 
 

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