¿Y si nos quedamos así?
- Si lo Hubiera Pensado Blog
- Sep 12, 2020
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Hace unas semanas, al felicitarme por mi cumpleaños, un amigo decía, “Este año no cuenta. Todo se paró, incluyendo la edad.” Sé que esta etapa, para muchos, a raíz de la irrupción que ha sido el COVID, es más fácil asimilar como una pausa o paréntesis, pero creo que nada está más lejos de la realidad. Algunas cosas han parado, pero muchas siguen a toda marcha. Una es el fregado, por ejemplo, que se reproduce igual o más rápido que el virus. Y en la cima de esas cosas que no se detienen, está el tiempo, que con esperanza traerá una vacuna y con ésta, la vuelta a la rutina.
Hace unos años entendí que lo único que no podemos recuperar es el tiempo. Por eso soy de esas personas peleonas que por un retraso de diez minutos ya está de mal humor, de aquellas que calculan su día al minuto y al segundo para que nada quede suelto. Y sin embargo, lo que más debo agradecer a este nuevo estilo de vida al que nos forzó la pandemia es que finalmente tengo tiempo para aprovechar. Ya no pierdo tiempos de trayectos en tapones, ni tengo la agenda pemanentemente llena de compromisos para estar por estar. En estos meses, sin saberlo, redescubrí lo que es estar presente, la dicha de concentrar mi energía en una sola cosa a la vez, y apreciar los resultados de eso.
Estos meses he visto en Instagram, en Twitter, circulando por Whatsapp, cientos de memes e imágenes predicando que una vez termine esto, seremos mejores. No creo que suceda así, pues los seres humanos somos criaturas de costumbres. Y sobre todo porque para cambiar, es necesario un esfuerzo. Uno que no creo que tengamos energía para hacer ahora.
Pero sí se con certeza, que no quiero regresar a la “normalidad” para volver a mi vida de antes. Podría aceptar esta vida con pequeñas concesiones. Soy consciente de que muchos han perdido tantísimo por esta crisis, pero a pesar de todo, tengo que agradecer este giro de 180 grados que nos plantó el universo. Y es que francamente, a mí esta situación me devolvió la vida. He vuelto a saborear el ser dueña de mi tiempo y mi paz, para volver a disfrutar de esas cosas que traían luz a mis ojos. Desde una buena lectura, o esas conversaciones en las que puedo escuchar sin límites ni despistes. Una copa de vino en el momento justo, o tomar en silencio el café todas las mañanas. El sencillamente estar, un lujo que damos tan por sentado, y tan de difícil tener.



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